miércoles, 16 de septiembre de 2015

Bitet Inferior (parte superior)...otra vez será.

Era el día de retorno pero entre ceja y ceja aún tenía el objetivo principal por el que hice el viaje y que me obsesionaba desde hacía ya tiempo, el bitet inferior. Aunque realizarlo supondría regresar tarde a casa, eso nunca ha supuesto un problema así que nos dirigimos otra vez al Valle de Ossau en la parte francesa.

Es curioso que la temática del Pirineos Sur fueran las fronteras y yo me había empeñado en cruzarla constantemente.

En la carretera D-934, tras pasar el pueblo de Gabas y la central electrica de Artouste, continuamos unos pocos kilómetros hasta encontrar un apartadero a mano izquierda donde entra una fila de unos 6 vehículos. Si llegamos a una segunda central eléctrica, nos habremos pasado unos metros de nuestro destino.

Aproximación: Desde ese parking sube una pista que, sin desvío alguno, nos deposita en un puente que cruza el río. Eses el punto en el que comienza el bitet inferior. Si se hace andando se tarda una media hora. Nosotros al tener dos vehículos, decidimos salvar la distancia de manera más rápida.

Detalle del caudalímetro


Descenso: Al iniciarlo existe un caudalímetro con marcas verdes rojas y negras. Lo recomendable es hacerlo en verde (entre 38 y 44 cm.) y se permite hacerlo con la marca en rojo (hasta 45 cm.). En nuestro caso, la marca estaba claramente en el rojo…









Pequeños resaltes del primer tercio del barranco
El inicio del descenso, potente, empieza a mostrarnos porqué tiene tanto renombre el barranco. Bastante alpino y resbala un poco la roca. Una vez superado un tercio del recorrido y con la plenitud en el cuerpo, empezaron a caer rayos y una fuerte lluvia que nos cambió el semblante en milésimas de segundo. Los siguientes minutos se puede definir perfectamente con un fragmento de la canción copacabana de Izal “Así que atentos todos al cielo, calma, quietos, cojan aire quizá nos toqué correr. Que al menos quede el recuerdo…”



Vaya que si tocó correr. En mitad de un pasamanos todos colgados, realizamos las maniobras con la mayor celeridad posible viendo que justo después de ese resalte existía un escape a mano izquierda.


Este escape era una fuerte pendiente por la ladera que tomamos para que nos devolviera en algo menos de media hora al coche de cabecera.

Ya solo quedaba el regreso a casa con la pena de no haber completado el barranco pero con la certeza de haber tomado las decisiones correctas.

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