Parte final del Artazul Foto: AEM Trasmiera. |
Cuando te inicias en esta actividad, estás más
preocupado en adquirir las técnicas de progresión y reconocimiento del
barranco. Prestas toda la atención en interpretar dónde deberían de estar las
instalaciones, los destrepes e identificar y valorar los peligros que van
apareciendo durante el avance. Así, parece que la instalación siempre estuvo
ahí, que nace por misericordia del punto más adecuado de la cascada y que,
además, se encuentra en óptimo estado.
En el momento en el que nos empezamos a familiarizar con
estos aspectos, para nada sencillos de advertir y de los que nunca dejas de
aprender, y recobrando el agnosticismo que habías perdido, dejas de creer en la misericordia y empiezas a plantearte nuevas cuestiones. De aquí que me haya fijado
ahora tanto en el valor de equipar un barranco, tanto en su apertura inicial,
como en el reequipamiento y mantenimiento del mismo.
Hay muchos tipos de barrancos. Desde los que son descendidos
cada día por decenas de barranquistas, en los que encontraremos instalaciones
de primera y con un mantenimiento óptimo, hasta los que se abrieron una sola
vez y nadie más asoma el morro por allí, en los que lo más probable es que lo
que se instaló esté completamente inservible.
Voy a intentar desglosar lo que para mí son las principales
diferencias entre el aperturista y el reequipador y lo que se deben plantear
cada uno de ellos en su actividad.
En primer lugar, el aperturista es aquel barranquista que realiza por primera vez el descenso de un cañón. Éste, debe utilizar los
elementos que va encontrando a su paso para superar los obstáculos que se le
plantea en cada momento. En esta progresión inicial, el aperturista es
imposible que sepa o intuya cómo actúa el barranco en caso de crecidas ni, en muchos
casos, como es la recepción de las pozas a las que se aventura. Es por esto que
instalará por primera vez en las cabeceras de los resaltes donde en ese momento
entienda que mejor le viene para su progreso, pero no tiene la obligación de
dejar una instalación segura para el que viene detrás.
Además, éste podrá utilizar unos elementos de instalación de
menor “resistencia” o anclajes naturales, que le serán suficientes para superar
el obstáculo en ese momento, pero que no tendrán por qué garantizar que sean
seguros para el siguiente que venga ni
que su conservación en el medio vaya a ser idónea.
Pasamanos para acceder cómodamente a una cabecera Foto: Jonathan A. (Barranco Cicera) |
Sobre el reequipamiento hay una fuerte lucha filosófica
sobre si se debe adaptar el barranco para que pueda acceder el mayor número de
barranquistas, o si por el contrario, se debe invertir en depurar y mejorar la
técnica individual manteniendo la esencia primaria del descenso de ese
barranco.
En el primero de los casos, supone normalmente realizar un mayor número
de instalaciones para que barranquistas con un nivel inferior puedan igualmente
realizar la progresión de una manera segura. La segunda de las posturas afirma
que esto desvirtúa la esencia de este deporte o que supone una pérdida de la
belleza de cada cañón. Apuestan por una mayor concienciación de la gente que
queremos dedicarnos a este deporte y una inversión individual en la técnica y
forma de progresar.
¡A ver de donde nos colgamos! fuente foto*(1) |
Respecto a la responsabilidad del reequipador, debe asumir
que está instalando para que la persona que viene detrás se encuentre una reunión
segura. Es decir, los siguientes grupos, aún tomando sus precauciones de
comprobación, deberán de ir encontrándose unas instalaciones que, en teoría,
serán seguras y se encuentran en la posición más adecuada para superar el obstáculo
que se les antepone.
Por último, no querría cerrar esta entrada sin agradecer a todos aquellos compañeros que invierten su tiempo y recursos en realizar esas labores de instalación y mantenimiento. Además, resaltar el respeto al medio y la pasión por este deporte que demuestran. ¡Chapeau!
Fuente de foto *(1): http://dondenosllevenlospies.blogspot.com.es/2010_09_01_archive.html
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